el mundo muere a veces

No hay mundo sin mundo oculto en las tinieblas.

No hay bien sin un sueño diabólico y enfermizo

que nos muestre lo descarriado del alma humana.

Los hechos, los pensamientos y palabras

que carga un ser quebrado y desgarrado

por la miseria y tristeza

pueden ser los más virulentos y sádicos jamás vistos.

Los bultos y protuberancias del pasado

se pueden transformar en algo más que una locura,

se puede transformar en cuellos rotos y gargantas abatidas,

se puede transformar en la muerte de la razón

y el renacer de la locura.

 

No hay mundo sin un mundo oculto en la oscuridad.

Ineptos y ciegos,

vagamos como si tal cosa por los rincones de la vida

enseñando nuestra espalda a la muerte

y apuntando nosotros mismos con su guadaña.

Bailamos con los ojos vendados

por la cornisa del precipicio muerte

y nos reímos de los caídos

inconscientes de ser el siguiente.

¡Qué innoble felicidad

trae consigo la necedad!

Mas reímos, brincamos y jugamos

con nuestro destino, con nuestro parecer

vendemos nuestro cuerpo a la suerte

y nuestro destino a la casualidad

mezclada con algo que no sabemos definir.

 

Así que todos juntos

paseamos por este campo de amapolas rotas

cogiendo sus restos y lanzándolos al aire,

lujuriosos, corruptos,

sin ninguna moraleja que aprender

sin ninguna esperanza que afrontar.

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